ermitanga

Al margen pero con estilo

5.28.2006

¿Fiebre de sábado por la noche?



Sin ninguna pretensión de emular los comentarios acerca de famosos en la vía pública que mi primo Jose realiza con frecuencia en su renombrado blog, Bien Ahí, necesito -porque los hechos así lo imponen- dejar por sentado y posteado algo que me sucedió en el día de ayer.

Antes quisiera aclarar que la costumbre de descubrir famosos en escenarios inauditos la mantengo de hace tiempo (una vez vi a Cucho de los Auténticos haciendo la cola como un mortal más en el banco de la otra cuadra de mi casa y, dos días después, ingresando como un astro en el supermercado de dos cuadras más allá; otro glorioso día vimos justamente con Jose cerca de su casa a Pocho la Pantera, con su campera de cuero y tachas paseando un perro, y cuando dimos la vuelta a la manzana para volver a verlo ya no estaba).

Pues bien, a lo concreto: sucedió en la noche de ayer, en un importante lugar de concurrida zona gastronómica, cuando la mesa contigua a la que me encontraba fue ocupada por un solitario visitante, munido de setentoso traje -un ambo estilo K realmente llamativo- una altura algo imponente y sorprendentes patillas. Hasta ahora, el relato de lo visto medio de reojo o de keruza, como quien dice.

Vamos al asunto: cuando el hombre finalmente se sentó y quedó ubicado justo de manera en que lo podía observar de frente, pude comprobar estupefacta que se trataba de John Travolta. No era una imitación berreta: ERA John Travolta. el problema es que su apariencia era exactamente igual a la del momento en que filmó "Fiebre de sábado por la noche" y, que yo sepa, algunas décadas pasaron en el medio. Además, desde su rescate emotivo en "Mira quién habla" y "Pulp Fiction" en adelante, como se podrá comprobar, el bueno de John ha incrementado algunos numeretes en su talla. Cómo se explica que ayer lo haya visto nuevamente flaco, joven y hablando un porteño perfecto, no lo sé.

Se me dirá: "bueno, te habrá parecido" o "andá a dormir, debés tener sueño" o "aflojá con los medicamentos". Pero no. Yo lo vi a John Travolta y no hay dudas de ello. Además, tengo testigos. No fui la única que descubrió su presencia. No digo que todo el mundo lo notó (la chica de la mesa del otro lado estaba demasiado preocupada describiendo una "poshera" que le había parecido "divain, divain") pero mis acompañantes sí pensaron lo mismo que yo.

También se me podrá decir que el descubrir parecidos con famosos entre los simples peatones de la ciudad es un divertimento que practico desde toda la vida, y algunos allegados bien saben que no siempre con gran fortuna. Es verdad, reconozco que muchas veces mando fruta, y a veces encuentro parecidos donde realmente no los hay. Pero esta vez no hay opciones. No se trata de un parecido sino de una celebridad de carne y hueso, que no me explico cómo -un viaje en el tiempo, continuos baños en formol, cirugías estéticas- logró su apariencia de treinta años atrás y menos aún qué cuernos hacía en medio de Buenos Aires.

Si era un freak fanático -aclaro que no es una opción que maneje seriamente, reitero que para mí ERA el mismísimo John- tuvo la suerte de nacer con los exactos rasgos faciales de su ídolo. Si todo fue producto del alcohol -no se bebió tanto y era tinto del bueno, también daría por descartada la hipótesis- se trata de una de las alucinaciones colectivas más grosas de las que tuve noticias.

Conclusión: Todavía estoy anonadada. Veo la cantidad de líneas que le dediqué al tema y aún me parece poco, tratándose de la escalofriante experiencia sobrenatural que me tocó vivir. Sigo sosteniendo que era, aunque no me explique racionalmente cómo tal cosa pudo haber sucedido.

En últimisima instancia, llegado el caso de que deba aceptar la imposibilidad del suceso, sólo resta declarar que nunca había visto alguien tan igual a alguien, sin que se trate de gemelos.

Burbujas (que hacen "plop!")



“Te hace cosquillitas en el corazón”. No, no es una canción de Cris Morena sino parte de la apertura de Odisea Burbujas, un título que hasta hace unos minutos me remitía a un programón televisivo de la infancia, del que recordaba algunos personajes como Mafafa Musguito, Patas verdes y el Ratoncito mimoso.

“Patitas”, llamaba tiernamente el gigantesco ratoncito amarillo a su amigo y compañero de aventuras, vividas en distintas épocas de la historia gracias a una máquina del tiempo con forma de boca, que incluía una enorme lengua rollinga como medio de acceso a ella. El grupete de bizarrones personajes aparecía de pronto en tiempos del imperio romano, en la prehistoria o el medioevo y vivía un episodio diferente cada vez, gracias a los experimentos del profesor Memelovsky.

Había un malo malísimo, -nunca faltan en la vida real, mucho menos en las series televisivas o películas destinadas al público infantil- el Ecoloco, que aunque no recuerdo bien en qué consistía su maldad sí tengo presente uno de sus reiterados slogans: “mugre, basura y smog”, que de sólo ser pronunciado en la actualidad llevaría a una de las embajadoras más famosas de Greenpeace a desnudarse nuevamente en alguna próxima cumbre internacional de primeros mandatarios.

Conservaba gratísimos recuerdos de la serie hasta unos minutos atrás. Lo que sucedió en el medio fue que vi las fotos en la güeb y en menos de un instante se me terminó la magia. Cómo habrán cambiado las cosas para que aquellos maravillosos personajes puedan haberse convertido en unos muñecos tan feos, deprimentes y con aspecto de haber sido rescatados de algún cuartito de trastos, en el que debían descansar desde hace añares junto a alguna malla de tela estirada adquirida en Brasil en 1982 y un cajoncito de plástico rojo con mini botellitas de coca cola.

5.27.2006

De Harrys y Sallys


Siempre, a toda hora y en algún canal están dando "Cuando Harry conoció a Sally". Para mí es una de esas películas "hito": marcó toda una época e inspiró gran parte de las comedias románticas de los '90; trascendió aún más allá de la mentada y fingidora escena de Sally en el bar y, debo admitir, me divirtió mucho el año pasado una noche que decidí encararla por completo, después de no haberla visto entera desde prácticamente el momento de su estreno cinematográfico.

Más allá del shock que me produjeron algunos detalles, como el concepto de cintura que se debía tener en aquella época, a juzgar por la altura del cuerpo a la que Meg Ryan llevaba abrochados sus jeans, o la frescura de su rostro de entonces -nada que no suceda con cualquier película que uno mantuvo siempre en el recuerdo, creyendo que cuando la vuelve a ver todas las modas y cuestiones etarias se actualizan-me gustó mucho volver a verla y me reí bastante en algunos momentos clave.

Último minuto: A pesar del tono de defensa, iba a referirme a las 455.576444499 repeticiones que enganché últimamente y a escribir la siguiente frase: "Muchachos del cable, paremos la moto, no la pueden estar pasando todo el tiempo". Pero acabo de ver la escena final en el festejo de año nuevo y cambié radicalmente de opinión.

5.23.2006

Cafetín de Buenos Aires




El otro día pasé por un bar cercano a la estación Lacroze y me llamó la atención una mesa con un par de viejos y otros comensales no tan viejos que deglutían sus fideos o churrascos con puré u otros platos similares con igual devoción. Todos tenían la misma cara de cansados, de ese cansancio posta, de la vida. Pero la idea no era ponerme solemne y hablar de los viejos, los no tan viejos y sus vidas, aunque deben ser muy interesantes, sino de aquel bar, que estaba bastante bueno.

Tampoco tengo en realidad demasiado para decir acerca de aquel bar, salvo que estaba bastante hecho pelota, que el mobiliario daba bastante tristeza y que en la mesa había varios sifones, de esos revestidos en plástico celeste, que me dieron mucha nostalgia. El lugar en sí era todo medio nostálgico, es de esos que se mantienen intactos (o casi) a través de las décadas. Yo sé que es bastante palermitano y queda bien coparse con esta clase de bares, es cool ir un sábado a la noche a sentir el clima mezcla rioba y tango que se respira en su interior, pero qué se le va’cer, les tengo cariño más allá de las modas. Y hasta a pesar de ellas.

5.17.2006

Como el mar azul



Recuerdo haber dedicado unas cuantas horas estivales de mi infancia a la serie televisiva española “Verano Azul”, algo así como una versión europea de “Pelito” o “Clave de Sol”, pero con aire intelectualoso y bien hecha. Algunos de los personajes principales eran el viejo Chanquete, una especie de Papá Pitufo ibérico; Pancho, el chico morocho, que si mal no recuerdo era repartidor de algo así como botellas; el gordito Piraña –le decían Pi-; el chiquito rubio que estaba con él; el otro rubio pero “grande” –debía tener como 14 años-, Javi, el facherito; Quique, ubicado en un punto medio entre los otros grandes: tenía ojos claros y era más bien rusticón; Beatriz –o Bea- la chica linda; Desi, la no tan linda –usaba anteojos y aparatos, como Betty la fea- y Julia, una especie de “madre” del grupete, que era rubia, con cara de buena y se dedicaba a pintar.

Se me escapan varios datos –la precisión en los recuerdos no es mi fuerte- que bien podría buscar en google, pero preferiría no hacerlo. Para otra oportunidad quedará también la evocación de algunos de los episodios más memorables. Por ahora me quedo con el recuerdo generalizado de la serie: con las pueblerinas tardes del verano azul europeo cuyo clima se instalaba a través de la pantalla de este lado del océano, y con aquella intro tan naif como ochentosa, en la que se veía y oía a la pandilla completa a bordo de sus bicis, silbando una pegadiza melodía que por entonces hacía furor en mi círculo de infantiles amistades.

Último momento: no pude evitarlo y busqué en google. Parece que Nerja, el pueblo malagueño en el que se grababa la serie, tiene calles que llevan el nombre de cada uno de los protagonistas. Otro dato, más amarillento: dicen que la actriz que hacía de Bea quedó embarazada en ese momento de un cámara de la televisión española y se armó flor de quilombo. Por eso a veces prefiero no buscar en internete. Tampoco es cuestión de tirar abajo toda la infancia de un hondazo.

Más preguntas al viento



¿Por qué de golpe se puso de moda el tinto con hielo o soda, cuando poco tiempo atrás era lo más de cuarta que podía existir?

5.16.2006

Sabiduría popular I



El que mucho abarca poco aprieta.
No hay mal que dure cien años.
El que se quema con leche ve una vaca y llora.
Más vale pájaro en mano que cien volando (aunque Alejandro Rozitchner opine lo contrario).
Más vale prevenir que curar.
No hay mal que por bien no venga.
Dime con quién andas y te diré quién eres.
Siempre que llovió paró.

No me digan que un buen refrán tirado en el momento exacto no suma siempre.

Seguiremos entregando.

5.15.2006

Verdura

Diálogo oído hace un par de días en la verdulería:

Viejito: Cómo que tenés el kilo a dos pesos?
Verdulero: Sí, a dos pesos; no me pelee...
Viej.: Pero si no te peleo yo, quién te va a pelear?
Verd.:Ya bastante con las mujeres, con la que tengo en casa me alcanza.
Viej.: Pero quién tiene los pantalones en tu casa?
Verd.: Yo, y que mi mujer no se retobe porque le pego y después me hace la denuncia.
Viej: ...
Verd: (Busca en vano entre quienes aguardábamos pacientemente nuestro turno una mirada cómplice, vaya uno a saber de qué).

Dos minutos después:

Verdulero (el mismo): Sí, esas xxx están buenísimas. El otro día mi mujer las usó para preparar una salsa que le salió riquísima. Siempre le sale todo riquísimo...
Señora justiciera de la cola: Como hablás vos de tu mujer!
Verd.: Es que yo la amo a mi mujer. Es la más linda del mundo, después de mi mamá, claro. El argentino es así: muy machista.

Y sí. Monzón era muy machista. Y Cacho Fontana también.

5.11.2006

Rescate emotivo / Hoy: Sarah Kay




Tengo un muy lindo recuerdo de esas románticas y silenciosas niñas -en algunas ocasiones acompañadas por niños- agrupadas bajo el título de Sarah Kay.

Todas usaban el pelo largo -suelto o recogido en una o más trenzas-, vestidos floreados color pastel y, en general, un sombrero. Algunas llevaban un osito de peluche, otras un pequeño hermanito y otras iban con una especie de carretilla con flores. Siempre había flores.

Me acuerdo de un libro que me habían comprado en el que cada doble página estaba dedicada a una chica distinta, con todo su entorno de árboles, plantas, animalitos y, otra vez, flores, en los mismos colores que los de su vestimenta. El más groso era el violeta, porque era muy atípico.

También había llenado el álbum y una gran parte de mi colección de papeles de carta era de Sarah Kay. En el momento era de lo más común, pero ahora que lo pienso estaba demasiado bueno para tratarse apenas de un producto más de consumo.

Eran como una exaltación del romanticismo y la naturaleza, como el mundo convertido en un gran jardín, como una pradera de la familia Ingalls pero sin desgracias.

Es más, debo reconocer que este compendio de palabras cursis y lugares comunes no es más que una excusa para poner esta hermosa imagen de Sarah Kay en el blog.


P.D.: No sé por qué, pero me suena que este caso puede ser uno de los tantos en los que corre el dato que en realidad la tal Sarah era una espía nazi amante de Hitler o algo por el estilo. Pero en todo caso veré en ese momento qué hago con estos dibujos y recuerdos si es que algo así se llegara a confirmar. Mientras tanto los sigo disfrutando.

Más preguntas al viento

¿Por qué, hace más o menos una semana, apareció Gloria Carrá en medio de uno de mis sueños y se metió a opinar cosas de mi vida?

5.06.2006

Dicotomía


Todavía no puedo creer cómo a Casero se le pudo ocurrir un personaje de programa infantil que odiaba a los niños y se llamaba "El Ratón Juan Carlos".
Aunque en realidad no sé si su Top five, en mi opinión, está encabezado por eso o por una de sus frases en la película "Felicidades", en su faceta de actor, durante la escena en la que el policía -gloriosamente- interpretado por Cacho Castaña "allana" una casa, y él agarra un cuadrito muy berreta, como con luces de colores, y dice algo así como "estas cosas son típicas de drogadictos".

5.04.2006

Gloria y loor


En este sencillo pero emotivo acto se otorga a Giuseppe Tornatore -alias Tortoni, alias Jose, alias mi primo- el título de Master Top de Bloggers, autoridad máxima en la materia, al menos dentro de los cánones que se manejan en este cantaórtico espacio. El nombramiento, que comienza a hacerse efectivo a partir de la fecha, le otorga al mencionado todas las facultades para ejercer su autoridad bloguística cada vez que él lo considere necesario.

Cualquier opinión en contra será antidemocráticamente censurada.

Buenos Aires, mayo 4, 2006.

Preguntas al viento


¿Qué es de la vida de Ivo Cutzarida, ese adelantado Antonio Banderas del subdesarrollo?

5.01.2006

Gallinas fumonas


Una de mis escenas favoritas de la película “Pollitos en fuga” es una en la que Ginger, la gallina (¿pollita?) revoluta, les habla a sus compañeras acerca de lo maravillosas que podrían ser sus vidas si lograran escapar del régimen al que están sometidas y ser libres. En principio el grupo no compra la arenga, y esa es precisamente una de las claves de la película: Ginger debe convencerlas. Una de las batarazas alega que la probabilidad de escapatoria es de “una en un millón”, a lo que la carismática líder responde: “si hay una posibilidad en un millón, entonces hay esperanza” (la reproducción es aproximada).

Que alguien me explique por qué una de estas noches se produjo un silencio, seguido de un cambio abrupto de tema, cuando atiné a recordar esta escena luego de que uno de los presentes contara que sus intentos por dejar de fumar nunca habían superado los cuatro días de abstinencia pero, sin embargo, volvería a intentarlo.

No comprenden el arte.