ermitanga

Al margen pero con estilo

11.30.2006

Acierto idiomático


El otro día estaba hablando con mi tía (gran conocedora de las artes culinarias, cocinera todo terreno, fana de la primera hora del canal El Gourmet) y pretendiendo hacerme la canchera en una berreta actitud "yo a veces también cocino", confesé como al pasar en medio de mi apasionante relato que siempre ante una urgencia compro no sé qué cosa en el chino salvatutti de la otra cuadra de mi casa, que aunque no es nada elegante siempre está abierto y es bastante completo, que consigo esto, lo otro, que etc. etc. y que la mar en coche.
Transcribiré la respuesta de mi tía, quien nunca se va al mazo sin cantar el vale cuatro: "Es el famoso chino básico".

11.25.2006

Composición tema: Los insectos


El improvisado debate planteado en los comentarios de aquí abajo me llevó, luego de arduas deliberaciones, a extraer una conclusión que se caía de madura: la necesidad de discutir acerca de los bichos.
Se me podrá acusar de oportunista: pueden hacerlo y, si lo desean, por el mismo precio, acúsenmeng también de heroinómana, de comechingones o de salir con trabas, que en una de esas hasta salgo en la tapa de la Paparazzi negando todo y mostrando alguna cirugía nueva.
Volviendo al tema que nos trae, aprovecho para comentar con absoluta madurez que mi insecto favorito es la vaquita de San Antonio, animalejo que ya suma un montón de puntos con la sola mención de su nombre, simpático a más no poder. Ni hace falta hablar de su aspecto, muchísimo más simpático aún, que sin ninguna duda se lleva el premio a la buena onda en cualquier competencia bicheril que se precie de tal.
Hace poco me tocó realizar un viaje en un transporte público ubicada detrás de un hombre al que le caminaba uno de estos glamourosos bichines por el sector trasero de su camisa, en la parte cercana al cuello, sin que él se diese la más mínima cuenta. Claro, si las vaquitas de Sanan son una especie tan buena y saludable que se mueven silenciosas y tranquilas, sin que nadie tenga por qué notar su actividad, ni mucho menos molestarse por ello. La cuestión era que de repente la perdía de vista, o me concentraba en otra cosa y volvía a mirar la camisa de este hombre, creyendo que la vaquita se había marchado buscando nuevos horizontes, pero ella siempre volvía a aparecer: en el sector del hombro izquierdo, atravesando el derecho, o camina que te camina por alguna de las mangas. Así fue durante el largo viaje, provocando en mí una sana envidia por ese hombre, signado seguramente por la buena suerte durante vaya uno a saber cuánto tiempo, a causa del silencioso trabajo de aquella vaquita que él jamás hubiese descubierto de no haber sido por una inoportunísima buchona que subió al bondi y no tuvo otra infeliz ocurrencia que la de "avisarle" al hombre en cuestión:
- Señor, tiene una vaquita de San Antonio en la camisa.
Qué necesidad de arruinarlo todo que tiene alguna gente, por favor. En fin. Sólo resta agregar que no soy de aquellas personas a las que les molesta soberanamente la existencia de algunos bichos, o directamente les tienen fobia, sino que en general me resultan todos bastante amigables. Con la gran excepción, claro, de unos horrendos animales que no son son insectos pero sí me generan un rechazo similar al de esta gente, y me permite comprenderlo. No voy a nombrarlos ni aunque me amenacen con quitarme el mate de las mañanas o mi gel de ducha con aroma a cítricos, pero puedo tirar algunas claves como que recorren las ciudades por debajo, moviendo sus horrendas patitas por cañerías y sótanos subterráneos, pero eso es un tema sobre el que preferiría no explayarme demasiado, más que nada para no opacar el brillo de la amigable vaquita de San Antonio (vaya uno a saber a qué miércoles viene lo de vaquita), amoroso bichito de la suerte.

11.22.2006

Summer time


Hoy sentí olor a verano.

Y sucede que nunca fui muy fan de todo lo que conlleva la temporada estival.
Y sucede que siempre dije que prefería el frío al calor.
Y sucede que nunca me coparon especialmente la ropa de verano, los planes de verano, los días de verano.

Pero también sucede que en los últimos tiempos le empecé a tomar cariño.
Y a preferir (cierto) calor al frío.
Y (algunos) días de verano a (algunos) días de invierno.
Y a ponerme contenta cuando, como hoy, siento olor a verano.

Podría atribuirlo a que, como me dijeron alguna vez con respecto a este tema, los años no vienen solos.

Prefiero quedarme con que está bueno permitirse cambiar, y aceptar que no hay una única manera de tomarse las cosas.

Y con que el verano tiene unos aromas, colores y sabores nada despreciables.

Y con que, tal como lo vengo haciendo en las últimas temporadas estivales, pienso abocarme a disfrutarlo.

11.14.2006

Loco recuerdo emotivo II



Por esas cosas de la vida, en una misma semana me sucedió lo de los zapatos de la infancia (ver abajo) y por un mecanismo similar, en el día de hoy fui a parar de golpe con las palabras e imágenes locas que vienen a la mente y derivan en un súbito recuerdo que (aparentemente, al menos) no viene a nada, a un famoso "jueguito" (con esto me refiero a los mentados aparatitos electrónicos, nintendo o similares, muy de moda durante la época en que me tocó cursar la primaria) llamado "Western Bar".

Se lo tuve que comentar al compañero de trabajo con el que me encontraba hablando en ese momento, porque por este motivo no podía prestar más atención a sus palabras, relacionadas a la tarea que debíamos realizar, concentrada como estaba en el absurdo y repentino recuerdo. Y lo hice aún a riesgo de quedar como una ridícula demente.
Puestos a competir, sin embargo, no sé quién se llevaría el primer premio en un hipotético campeonato de locura: cuando le comenté el motivo de mi desconcentración, me contestó con su inmutable cara de poker y con total seguridad: "Te debés haber acordado de ese jueguito por mis bigotes".

¿¿¿???

Nota: una vez más, debo mencionar a mi primo Jose, que tenia el primer Western Bar que conocí, y además lo prestaba.

11.09.2006

Zapatero a tus recuerdos


Hablando de cualquier otra cosa, vaya uno a saber por qué asociaciones vino a mi cabeza una palabra que no decía ni pensaba hace siglos: Marafuschi, la marca de los zapatos que usaba cuando era muy pero muy niña.
Grande fue mi sorpresa cuando la googleé y apareció vivita y coleando, en la misma dirección (real) de aquellos tiempos, así, como si nada, promocionada en medio de internete.

Choque de planetas, cruce loco de tiempos, ciencia ficción o realidad al fin: la marca sigue existiendo y hacen unos zapatos tan feos como los de aquellos tiempos.

Nota reivindicatoria: Bueno che, en realidad en ese momento a mí me parecían lindos, y en todo caso más extraño me resulta pensar en quiénes serán sus malgustados clientes en la actualidad, tomando en cuenta que los conserva estos no se tomaron el trabajo de modificar ninguno de sus setentosos modelos.

11.05.2006

A ciencia cierta


Cuando el codo se desliza por cuarta vez desde el borde de la mesa hacia el abismo ya no hay dudas: la borrachera no tiene retorno.

Nota: Dedicado a Maxi Curra.

11.02.2006

Sin palabras



Cuando creía que ya lo había visto todo en bizarradas televisivas llegó a mi vida "pare de sufrir", por canal 26.
Vi un tramo uno de estos días y no entiendo como aún continúo con vida. Es el mismísimo horror. Todavía no logro descubrir si el casting para dar con los engendros que participan en los actings fue realizado con aspirantes a actores de cuarta anteriormente bochados de 100.000 pruebas, para quienes esta oportunidad representa el ingreso -al menos por la puerta de servicio- al fantástico mundo de la tv, o si es gente que debe pagar alguna condena por algún motivo y los obligan a "interpretar" esos "papeles" bajo amenazas de muerte o cosas peores.
No pude soportar más de dos minutos (y eso que no le temo a los moplos televisivos), pero intentaré reproducir algunos salientes pasajes de los que me tocaron en suerte: se trataba de una historia familiar, con un adolescente que, al menos desde donde yo lo agarré, le comunicaba a su padre que había decidido ir a vivir con él, tras abandonar la casa materna (conflicto de padres separados). Plano de sonrisa de padre con cara de ("te cagué, hija de puta", dedicada a su hipotética ex mujer), hijo que además le comunica que decidió ser abogado, como él, y nuevo plano del rostro del padre con sonrisa aún más amplia. Hasta ahí, actuaciones recontra mediocres, pero todavía no era nada con respecto a lo que me esperaba.
Escena siguiente: la madre en su casa con una amiga. El horrendo plano tomaba la parte trasera del monitor de la computadora donde la amiga "escribía" vaya uno a saber qué cosa, mientras escuchaba los lamentos de la otra, que se quejaba de la desdicha de padecer a sus hijos y a su ex marido. No encuentro un calificativo para describir el rol en el mundo de esta gente. Canto Rodado o Montaña Rusa eran trabajos finales de alumnos de conservatorio, al lado de este engendro. Absolutamente inenarrable.
Ya estaba echando mano de mi revólver y optando por la vía del suicidio cuando llegó la urticaria final, que como un vómito arrojado en pleno rostro me terminó por decidir: el pibe llega "borracho" (problemas de alcoholismo) a la casa de su padre (tambaléandose, arrastrando las palabras de una forma que ni en el teatro más experimental del mundo deben haber intentado) diciéndole algo así como que se iba a ir a la mierda, y no se qué otra goma más, para subir a su habitación seguido por su padre, quien le espetaba las líneas más berretas que debo haber escuchado en mi vida, interpretadas de la manera más insoportable del mundo, antes de agarrarlo "tomando merca" (adicción a las drogas) y arrancar el papel de su mano...bueno, me agoté. Realmente insoportable. Sólo agregaré que el "padre" descendió las escaleras "visiblemente angustiado" y corrió mágicamente las cortinas para descubrir a su hija, también adolescente, que llegaba acompañada por un "viejo" (usaba boina, he ahí la caracterización del personaje) a quien sólo se llegó a ver de atrás, pero se entendió que despedía a la chica con un beso en la boca. El padre queda destrozado, se desploma en un sillón, comienza a llorar y cuando ve que la chica entra a la casa con un billete en su mano dice algo así como "encima te pagó" (prostitución), palabras que bastaron para que finalmente me decidiera a terminar con la que hasta ahora, sin ninguna duda, constituye mi peor experiencia televisiva delante de la pantalla.